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Podemos fechar los primeros casos de prevención de riesgos laborales hasta en 1760 años antes de cristo. Los entonces inexistentes conceptos PRL y CAE hubiesen sido poco menos que lenguaje mágico.

 

A pesar de que en nuestro pasado el bienestar de los trabajadores (siervos) no era la principal preocupación de la sociedad, historiadores y cronistas documentaron casos en los que se pergeñan medidas cuyo objetivo es la protección de los trabajadores.

Puede que no fuera la preocupación de un amo magnánimo por sus siervos . Puede que sólo fuera el interés por rentabilizar la “vida útil” de sus esclavos por lo que se adoptaran medidas preventivas. En otros casos la obsolescencia de éstos, no estaba programada pero si prevista. Morirían por saturnismo, por “engullir” plomo en las minas; por que éstas se venían abajo convirtiéndose en su cripta o bajo los castigos de un capataz exigente. El caso es que desde tiempos muy pretéritos se conocen casos a los que podemos asignarle el hastag #PRL .

Ya en el 1760 a.C. Se regulaba como debía compensarse equitativamente la muerte de un esclavo. Esta primitiva norma, basada en la Ley del Talión, llegaba a sugerir la presunción de inocencia y la posibilidad de aportar pruebas. Esta ley, no constituida pensando en el bienestar de los esclavos, puede que fuese la primera norma que ayudó a salvar, hace 3778 años, la denigrante vida de esclavos.

Hipócrates, 460 a.C. describió el Saturnismo. El envenenamiento por plomo de los mineros y llegó a recomendar el uso de baños y otras medidas para prevenirlo.

Si se conoce a Bernardino Ramazzini como el padre de la medicina del trabajo, es porque ya, en los albores del siglo XVIII, en su morbis artificum diatriba, describe las condiciones higiénicas recomendables para prevenir las enfermedades directamente relacionadas con diferentes profesiones.

 

TODO ABOCABA A LA CAE

Una de las principales razones por las que Iberia formó parte del imperio romano fue por el gran número de minas de oro romanas. De éstas aún existen vestigios. Es el caso de El Cabaco, en el sur de Salamanca; las Médulas, en León; Riotinto (Huelva) o Coto Fortuna, en la localidad murciana de Mazarrón, entre otras. En ellas trabajaban miles de obreros, muchos de ellos esclavos, comprados por los romanos y puestos a disposición de los capataces, desarrollando el trabajo en condiciones infrahumanas.

SUBCONTRATAS

Está claro que no existía el concepto de Coordinación de Actividades (CAE). Somos conscientes en este ejercicio de retórica histórica. Pero la forma en la que esta “industria” era gestionada hubiese apuntado a sistemas que regulasen la coordinación.

El sistema empleado para explotar las minas era el recogido en los libros de historia como locationes. Un sistema parecido a las concesiones. Una forma de subcontratación al fin y al cabo. Por medio de estas concesiones los adjudicatarios de la misma eran responsables de “.. la preparación de los yacimientos, del desarrollo de las labores extractivas, de la resolución de problemas de seguridad…” . Se puede obtener más información interesante en (NUEVOS ELEMENTOS DE LA INGENIERÍA ROMANA )

Sandalias de esparto cueva de Los Murciélagos

Los mineros romanos eran dotados de medidas de seguridad como cascos o rodilleras que servían para proteger las rodillas durante las largas y duras jornadas. Estos elementos de protección eran primitivas creaciones de esparto trenzado.

Está claro que la Coordinación de actividades, CAE, como tal nada tiene que ver con los sistemas descritos. Que la protección de los trabajadores era una mera forma de rentabilizar la “vida útil” de la mano de obra. Que no ha existido hasta tiempos mucho más recientes una norma diseñada para proteger vidas y proporcionar sistemas de trabajo seguros. Pero nos gusta pensar que nuestro sistema actual, con sus carencias, pudo tener su germen  antes de cristo y que llegasen a salvar vidas.

 

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