@AnaV_Serrano. La razón de ser fomenta el propósito de formar parte de algo e inspira al esfuerzo a través del sentido de pertenencia que vincula las necesidades, expectativas y deseos de una persona y su organización.
Porque sin razón no hay ser, no hay vida y nada existe si no hay una razón.
«Nada procede del azar, sino de la razón y la necesidad.»
Estobeo, I, 4, 7c
Cultura preventiva una herramienta con la que dotar
Generando cultura preventiva conseguimos dotar a nuestros colaboradores con las herramientas y la capacidad de pensar y percibir el riesgo en la realidad antes de que ocurra. Este conocimiento aporta capacidad de análisis y criterio para actuar de una o de otra forma. Este conocimiento aporta evitar accidentes, vidas rotas, absentismo y también y por supuesto que nuestra organización siga siendo rentable, estando viva.
La cultura preventiva va ligada a la educación, a la enseñanza, desde la cuna, desde la edad escolar o desde que se tiene uso de razón. Es impensable pensar en educar, en enseñar, en comunicar, en formar en prevención prescindiendo de la cultura.
Porque la relación entre la educación y la cultura a grandes rasgos, es de dependencia, de influencia, son inseparables. La educación en seguridad y salud laboral como consecuencia de la cultura. Y la cultura preventiva con la necesidad imperiosa de ser difundida, desarrollada e inculcada a través de la educación.
Hemos evolucionado el concepto de la formación hacia el desarrollo de las competencias. Porque más que formación continua adaptada a los puestos, se trataba de la educación y de un entrenamiento para las demandas del nuevo mercado laboral. Hay que aprovechar el desarrollo de las aptitudes para multiplicarlas. El empleo de las propias fortalezas de los colaboradores para favorecer al equipo y agrupar todas esas capacidades y habilidades para ponerlas al servicio de la organización.
La gestión de las organizaciones como organismos vivos.
La formación es imprescindible pero nos empujan los conceptos de la habilidad y de las competencias. Ayudan a desarrollar la profesión de forma transversal para desenvolverse en más escenarios trabajando de forma segura. Educación adecuada para líderes valientes. De esos que fomenten el compromiso dando ejemplo, mostrando la participación activa, capacitando a sus colaboradores, dando fuerza al equipo. Con el eje en el valor que aporta cada persona, mirando el corazón de las organizaciones como elemento vivo y que son cada día más humanas (menos mal que cada vez más directivos son conscientes…) y se entienden y gestionan cada vez más como organismos vivos.
Para lograr cultura preventiva en las organizaciones, el colaborador tiene que ver en sus líderes el ejemplo de comportamiento seguro, sentirse así en su puesto de trabajo con las directrices que sigue. Mamar de dicha cuna, donde los garantes, sus compañeros, cada uno, dan ejemplo de seguridad en su trabajo.
Cultura preventiva proactiva
Es como los grupo o familias que asientan su desarrollo social en valores. Ejemplos y actitudes, donde “uno hace lo que ve”. En el caso de las organizaciones es ¡lo mismo! La cultura preventiva proactiva y debe estar marcada por la por el ADN del líder. Es capaz de evolucionar y calar, contagiar y expandir transversalmente esa cultura desde el primero hasta el último. ¡Trasladar ese “deber in vigilando” a sus contratas!
Se tienen que aunar esfuerzos en realizar acciones centradas en las personas. Para sacar lo mejor de los equipos de trabajo en adecuarnos de forma ágil al aumento de la demanda de trabajadores cualificados. Será con competencias técnicas y transversales, y con el cambio radical en el propio trabajo, ahora, más digital que nunca. Y siendo conscientes de cómo la evolución de las condiciones laborales afecta tanto en la SSL, el bienestar laboral y el clima laboral.
Interacción social dentro de su puesto de trabajo
Si algo importante aporta esta crisis y este entorno cambiante es el reto de preparar a nuestros colaboradores para la necesidad de la recuperación económica ante las nuevas exigencias de las organizaciones. Éstas son cada vez más digitales. Donde además de la investigación, estudio, adaptación o evaluación de las condiciones de trabajo que afectan al comportamiento del trabajador debemos tener en cuenta la su interacción social dentro de su puesto de trabajo.
No podemos hablar de cultura preventiva sin referirnos al papel que juegan aspectos como la comunicación o la inteligencia emocional. Porque, la eficacia de gestión de una empresa que establece objetivos, planifica su trabajo y crea estrategias de acción depende, en gran parte, del tipo de comunicación que desarrolle.
La herramienta de la Comunicación.
La comunicación no es solo la palabra hablada, sino también es conducta y escucha, y escuchar es empatía, asertividad, es conexión activa y bidireccional y también es evitar hacer juicios.
Neuronalmente, es difícil escuchar porque hablamos en un promedio de 150 palabras por minuto, pero nuestra mente tiene la capacidad de escuchar hasta 1000 palabras por minuto, es decir, que nuestra mente tiene una gran capacidad de procesar información, pero veces la usamos para otras cosas, por supuesto, no somos capaces de practicar multitarea en la atención, o lo que es lo mismo, si no le prestamos atención a la persona que nos habla al 100%, no le vamos a escuchar al 100%.
Comunicar es la habilidad que todos necesitamos en todos los ámbitos y que las organizaciones, los directivos, los empleados, necesitamos cada día para lograr el mayor rendimiento empresarial, con la mayor seguridad y bienestar.
Con comunicación, escucha y empatía, logramos la comprensión sincera del otro. Permite que, ante situaciones de conflicto, uno comprenda el fondo que le indigna a una persona y pueda lidiar directamente. Así que dimensionar el trabajo emocional, el del auto cuidado, el de escuchar y comprender significa asumir también que todos somos interdependientes.
“Lo importante no es lo que nos dice el destino, si no lo que nosotros hacemos con él”.
-Florence Nightingale-
Lograremos cultura preventiva cuando se instaure en la estrategia de la organización, se cimente en sus acciones, prevalezca como valor común y sirva de estándar que guíe la forma en la que se comportan las personas tanto dentro como fuera de ella.