Raquel Baños Linares, colaboradora de e-coordina dibuja un perfil tipo de un caso de acoso laboral
No aguanto más en el trabajo, tengo ganas de llorar, siento rabia, impotencia. Lo cuento y mis amigos me mandan besos. Me dicen que no me preocupe, que no pasa nada, que es normal, que en todos los sitios “cuecen habas”. Consuela pero el problema persiste. Hoy uno de mis amigos me ha dicho algo como que “las convivencias laborales son en ocasiones difíciles”, se que trata de ayudarme, pero me he quedado con ganas de espetarle que mi problema no se soluciona con consejos vanos. Me callo. Pero lo cierto es que tienen razón.
Debo de ser débil, flojo, me tortura pensarlo. Me torturo. Me levanto sin ganas de comenzar mi jornada laboral me falla el pulso y tiemblo cuando me dispongo a abrir el correo. Respiro cuando no veo nada urgente que me haga cambiar la planificación diaria.
Primer email fuera de horario. Comienzo temprano porque para poder llegar al mínimo fijado necesito más horas. Bueno, mis amigos dicen que es muy habitual, que no pasa nada.
Deseo con fuerza que llegue el viernes para poder descansar, tener tiempo para mi familia y para mi.
El fin de semana se esfuma demasiado pronto, casi sin enterarme. Llega el domingo tarde y siento náuseas, se lo cuento a mis amigos y, entre ánimos, me cuentan que a ellos también, a veces, les pasa lo mismo. Quizás sea la pandemia. Que el virus nos ha sometido a estados de mucha tensión, concluimos. Normalizo. Continuo mirando la tele mientras se consume la tarde. A veces hasta sonrío con lo que me dicen.
Lunes de nuevo. Abro un correo. Recibo una amenaza velada entre líneas, lloro ya no puedo más.
Decido buscar ayuda profesional en una terapeuta colegiada. Se llama Sara y tiene la consulta en uno de los barrios del sur. Acudir a su consulta me hace pensar que soy un exagerado y que quizás el problema sea yo. Pensar en mí como un ser histriónico me hunde todavía más. La pregunta ¿Qué hace alguien como tú en un sitio como este? ronda todo el tiempo en mi cabeza en la sala de espera. Comienzo con una sesión semanal.
Sara parece una gran profesional y tiene las cosas claras. Lo cierto es que después de varias sesiones creo que ella lo tiene claro desde el minuto uno: soy víctima de acoso laboral. Yo no había pensado que los desaires, las amenazas, los mails fuera de horario, el continuo menosprecio por mi trabajo… formaban parte de un conjunto. Todo aquello me había ido minando pero no le había puesto nombre, no había pensado que formaban parte de los mismo, de un diagnóstico.
Pero son signos claros. Mis dolores psicosomáticos lo único que hacen es reforzar su teoría porque cuerpo y mente son como una falda y su forro, arrugas uno arrugas otro…. estoy muy cansado….
Continuará. También y como resolverlo utilizando la PRL también